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Las organizaciones argentinas no se registran por estar muy concentradas en su día a día, por falta de recursos, desinformación o trabas burocráticas y regulatorias.
*Nota publicada en lanacion.com el 4/5/2013 |
Por Teresa Zolezzi | Fundación LA NACION |
Registrar nuestro nacimiento y obtener el DNI es el primer paso para garantizar el derecho a la identidad, y a su vez nos permite gozar de otros derechos fundamentales como el acceso a la educación, a la salud o al trabajo formal. Algo similar ocurre en el caso de las organizaciones no gubernamentales (ONG) a través de la obtención de la personería jurídica (PJ), que trae aparejada numerosos beneficios como: poder recibir subsidios, abrir una cuenta bancaria o contar con exenciones impositivas. Entonces, ¿por qué sólo una mínima porción de ellas se encuentra debidamente registrada?
A partir de un pedido de información pública canalizado a través de Poder Ciudadano, la Confederación de la Sociedad Civil solicitó información a la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y a la Inspección General de Justicia (IGJ). Como dato relevante surge que, si bien se estima que existen entre 80.000 y 120.000 OSC en la Argentina, la mayoría desarrolla su trabajo en la informalidad.
Para la AFIP, el total de organizaciones sin fines de lucro, sumando asociaciones civiles más fundaciones que cumplen con los requisitos para eximirse del pago del impuesto a las ganancias, es de 7637. Por su parte, la IGJ (para la jurisdicción de la ciudad de Buenos Aires) reveló que sólo 9956 entidades sin fines de lucro tienen a la fecha su personería jurídica vigente para operar formalmente en el país. Esto quiere decir que de las aproximadamente 100.000 ONG que existen a nivel nacional, sólo un 10% se encuentra registrado.
Guido tiene 26 años y es de Puerto Madryn. Cuando terminó la secundaria llegó a Buenos Aires y junto con tres amigos comenzó a dar clases de apoyo a chicos de bajos recursos en la villa 21-24 de Barracas. Así dieron nacimiento al Grupo Andando, sin sospechar siquiera cuánto crecerían en tan poco tiempo ni los desafíos con los que se encontrarían en este camino del servicio y la solidaridad.
Todos los sábados brindan apoyo escolar a jóvenes en situación de vulnerabilidad social, cuyas edades varían entre 5 y 19 años. “En 2011 arrancamos solamente los cuatro fundadores y hoy somos 70 voluntarios. Fuimos creciendo en estructura, organizándonos mejor, hicimos una reunión con voluntarios sobre el cuidado y la responsabilidad del trato con los chicos, y llevamos una ficha de seguimiento para cada colaborador”, cuenta Guido.
Las donaciones económicas se volvieron cada vez más imprescindibles para mejorar su misión. Ante la urgencia lograron canalizarlo en el corto plazo pidiendo donaciones a través de una fundación amiga que les presta su nombre, y gracias a una panadería consiguen facturas para la hora del té.
“Todo lo que necesitamos implica plata., y hay que juntarla. Al no tener personería jurídica, nadie te da bola”, dice Guido.
Las clases de apoyo se desarrollan dentro de una escuela vecina que generosamente les cede sus aulas. “En realidad la escuela sólo puede prestarnos el lugar si nosotros estamos constituidos legalmente. Alguien tiene que hacerse responsable si alguno de los chicos se lastima o pasa otra cosa, porque hay riesgos. Nosotros no nos podemos hacer cargo porque no somos nadie; en este momento la escuela responde por nosotros”, se lamenta el fundador de este proyecto solidario.
Todo esto puso en evidencia la necesidad de formalizar al grupo y constituir una fundación. Actualmente, el Grupo Andando organiza ferias, rifas y eventos para reunir los $ 12.000 pesos requeridos como parte del patrimonio inicial con el que deben ser dotadas las fundaciones para obtener la personería jurídica (esta suma puede ser presentada en dinero, bienes, títulos o acciones).
“Queremos ser responsables por nosotros mismos sin necesitar que nadie nos apañe; recibir donaciones, poder presentarnos como alguien en exposiciones, motivar a los voluntarios para que se sientan orgullosos y en el futuro, cuando nosotros no estemos, lograr que el Grupo Andando tenga continuidad en el tiempo”, sueña este joven.
Obtener la personería jurídica es la llave de acceso que abre numerosas puertas a las ONG y les sirve de trampolín para alcanzar un mayor crecimiento. En este sentido, Lucas Orlando, abogado especialista en organizaciones sociales, explica: “Los beneficios son numerosos porque se pasa de la marginalidad a la formalidad. Algunos incluyen conseguir el CUIT para abrir una cuenta bancaria, obtener beneficios tributarios, ser más creíbles en la recepción de donaciones, celebrar un acuerdo con otros pares o firmar un convenio de cooperación mutua con entidades internacionales”.
También significa poder formalizar y regularizar el programa de voluntariado social conforme a la ley, presentarse en concursos públicos o convocatorias donde se financien proyectos sociales, tener más posibilidades de generar fuentes de trabajo e incidir en políticas públicas. La suma de todos estos beneficios alcanza un solo fin: lograr un mayor impacto social en la comunidad.
UN LUGAR DE PUERTAS ABIERTAS
Zulma vive en Trenque Lauquen junto a su marido y sus cinco hijos, y se ocupa de llevar adelante el Roperito Solidario. A través de esta iniciativa junta donaciones como ropa, juguetes y alimentos para dárselos a quienes más los necesitan.
Convirtió su casa en un lugar de puertas abiertas donde además de entregar donaciones, recibe a niños y jóvenes para evitar que deambulen en la calle.
“En Trenque Lauquen hay varios galpones abandonados. Yo podría pedir a la Municipalidad que nos otorgue uno por diez años, pero desde allí me dijeron que antes tengo que tramitar la personería jurídica. Lo que ellos no entienden es que esto es para los chicos, y no para uno.”
Zulma explica que a ella no le gusta pedir dinero. Para solicitar donaciones usa las redes sociales o reparte avisos en la vía pública. “Si fuera una asociación civil o una fundación, tal vez sería más fácil recibir un subsidio para comprar cosas y ayudar a la gente.”
Hace algunos años, Zulma se acercó al Ministerio de Desarrollo Social para comenzar a tramitar la personería jurídica, pero asegura que le quisieron cobrar $ 600 pesos para iniciar el trámite, por lo que desistió de esa idea.
Si la lista de beneficios al formalizarse es tan extensa, ¿cuáles son las principales razones por las que deciden trabajar alejadas de un marco legal que las ampare?
“Hay varios factores que llevan a las ONG a desistir de la personería jurídica -opina Orlando-. Por citar los más importantes: no querer asumir más compromisos de los que ya se poseen con la misma actividad, dificultades para conseguir un grupo mínimo de personas comprometidas a la causa social, desconocer qué figuras legales pueden ampararse o también ignorar los beneficios que les trae la formalización. Y sobre todo, lo más paradójico es el temor de asumir formalmente una responsabilidad civil en sus acciones, cuando justamente es al revés: la informalidad genera mayor responsabilidad civil en lo personal, por más que sea un acto voluntario o solidario.”
Para Gabriel Astarloa, abogado especialista en el marco regulatorio de ONG, en los últimos 30 años, el sector sin fines de lucro tuvo un crecimiento asombroso. “Durante la crisis de 2001-2002 se produjo un quiebre en la atención del Estado para con las necesidades básicas de la población, y gran parte de las ONG terminaron reemplazándolo. Por decirlo de alguna forma, se pusieron los pantalones largos.”
Sin embargo, “la legislación en general no supo capturar este fenómeno y se quedó en el tiempo ya que sigue marcando ciertos estándares muy rígidos para que las ONG puedan ser reconocidas y obtener la personería jurídica. El Estado está en deuda con el tercer sector, la realidad es que muchas ONG no tienen la capacidad ni económica ni administrativa para poder cumplir con todos los requisitos”, considera Astarloa.
Entre estas dificultades y trabas para obtener la personería jurídica predominan: el pago de honorarios profesionales destinado a contadores o abogados; la presentación de documentos como balances, planes trienales y actas constitutivas; una legislación poco clara con un lenguaje muy complejo; el cumplimiento de numerosos trámites, y el tiempo que lleva gestionar el proceso de formalización.
Tal es el caso de la Fundación Escuela Argentina de Socorrismo y Primeros Auxilios (Easpa), que centra su trabajo en la capacitación y el entrenamiento en primeros auxilios, socorrismo, rescate y técnicas en emergencias médicas. Si bien el hecho de obtener la personería jurídica le trajo importantes beneficios, lograrlo le causó más de un dolor de cabeza.
Para arrancar con la fundación necesitaban $ 12.000 pesos. “En aquel momento nosotros no teníamos esa plata. Así que pensamos que esto iba a quedar en un sueño y nada más”, recuerda su fundador, Tomás Walker. Con el tiempo descubrieron que tenían la posibilidad de presentar esa misma cantidad de dinero, pero representada en bienes. Gracias a unos equipos de socorrismo que les habían donado, pusieron manos a la obra para avanzar.
“En un principio contratamos a un abogado que nos asesoró mal. Abogados que no saben bien del tema te hacen perder energía, tiempo y dinero”, advierte.
En las últimas décadas, el tercer sector ha tenido un crecimiento exponencial en nuestro país, lo cual requiere de una actualización de la normativa vigente que contribuya al fortalecimiento institucional del sector. Por eso resulta de suma importancia que la reforma del Código Civil contemple las limitaciones constitutivas y administrativas de las organizaciones de base, de tal manera de facilitar la formalización de las ONG. Sin duda queda un largo camino por recorrer para lograr que aquellos que hacen un valioso aporte por mejorar el tejido social puedan ser reconocidos y valorados como tal.
FALTA ACTUALIZAR LA NORMATIVA
CÓMO COLABORAR
Fuente: lanacion.com
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