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Algunos filántropos se preocupan de que éstos son “Tonterías de Distracción Severa (en inglés – Seriously Distracting Gimmicks)” que desviarán recursos y atención de los asuntos que no entran fácilmente dentro de los ODS, o de quienes deciden no participar en ellos.
El punto de vista de Danny Sriskandarajah es bastante más pragmático. Considera que para bien o para mal, los ODS nos acompañarán durante los próximos 15 años, y que aquellos de nosotros que queremos hacer del mundo un lugar mejor podemos empezar a pensar en cómo usarlos para ayudar a nuestras causas.
Para aquellos interesados en los derechos humanos y la justicia social, probablemente la característica más interesante de los ODS es su compromiso de “no dejar a nadie atrás”. Gracias a la presión constante de la sociedad civil, los objetivos contienen nuevos compromisos alrededor de la eliminación de las desigualdades y para hacer frente a la exclusión social, (el Objetivo 10). Aunque el texto final no tiene un alcance tan extenso como algunos de nosotros habíamos esperado, los ODS nos permiten ir más allá de una definición estrictamente economicista del progreso y abordar una gama más diversa de temas.
Mientras que los Objetivos de Desarrollo del Milenio se dirigían principalmente a la concentración de la ayuda oficial para poner fin a la pobreza extrema en los países en desarrollo, los ODS son un llamado a la acción respecto de lo que todos tenemos que hacer para lograr un mundo más equitativo y sostenible.
Los ODS podría significar el fin de la mentalidad de “desarrollo” que ha enmarcado el flujo de financiación internacional, tanto pública como privada, en las últimas décadas. Esto ya no se trata acerca de la caridad, donde los ricos pueden dar a los pobres; se trata de trabajo conjunto y responsabilidad universal. Para los filántropos cuyos intereses cobijan los países desarrollados y en desarrollo, los ODS ofrecen un punto de referencia común para cuestiones como la desigualdad o el consumo, que van más allá de los países individuales; un nuevo hilo conductor que puede atravesar los programas “domésticos” y “globales” en más de una fundación.
Visto a esta luz, la universalidad de los ODS también crea oportunidades para fomentar la responsabilidad mutua de formas en las cuales puede que no estemos acostumbrados. Por ejemplo, cuando se trata de campañas de la sociedad civil, se trata menos de los modelos tradicionales de movilizar a la gente del Norte respecto de los problemas del Sur; los ODS abren la puerta para que los ugandeses ejecuten campañas sobre la reducción del consumo en los EE.UU.; para que los ruandeses, que disfrutan de algunas de las tasas más altas de la igualdad de género en el mundo, puedan intervenir en los derechos de género en Arabia Saudita, o que las voces marginadas en el Reino Unido puedan unirse con socios globales para reclamar sus derechos.
Danny Sriskandarajah considera otro aspecto potencialmente interesante de la era de los ODS, es el enfoque en la “revolución de datos” para el desarrollo, lo cual ha llamado la atención y ha aumentado la inversión en el desarrollo de capacidades de todos los actores del desarrollo para generar, utilizar y conservar los datos. Las nuevas tecnologías hacen más fácil monitorear el progreso del desarrollo, desde los informes ciudadanos sobre prestación de servicios públicos hasta el seguimiento a los gastos de ayuda. Es por ello que iniciativas como la de sdgfunders.org, cuyo objetivo es promover una mayor interoperabilidad entre los datos sobre los flujos de financiación pública y privada, son tan importantes.
Y esto nos trae quizás al uso más importante de los ODS: ser una nueva herramienta en la caja de herramientas de rendición de cuentas.
Los ODS bien pueden ser amplios, abstractos y globales, pero nuestros líderes se han comprometido con ellos, y ahora podemos y debemos hacerles rendir cuentas por sus promesas. Tal vez la forma más importante en que la filantropía privada puede apoyar los ODS es invertir en la capacidad de quienes van a monitorear el progreso y dedicarse a llevar a cabo la rendición de cuentas en los próximos 15 años.
Fuente: afecolombia.org